Vivir en un entorno feo y desagradable crea cierto desasosiego. Salir de casa o llegar a ella en fila india porque en la acera no hay espacio, tropezar en un agujero del pavimento, contemplar un espacio estrecho, desnudo de plantas, lleno de automóviles... eso es ser vecino de la Rambla de la Muntanya.
Barcelona es una ciudad bella donde, durante las dos útlimas décadas, se han ido remodelando calles y barrios enteros, se han plantado cientos de árboles, se han ampliado aceras. Pasear por muchas de estas calles es una delicia. Pero hay excepciones. El barrio del Guinardó es una de ellas.
28 de febrer 2007
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